El panel fotovoltaico que ha fabricado el grupo de investigadores está fabricado con materiales plásticos, denominados 'polímeros orgánicos' y cuya producción se realiza en laboratorios químicos. Por eso, su disponibilidad es prácticamente infinita. Pero más impactante son su apariencia y diseño.
Se pueden fabricar de diferentes colores, y consisten en una fina capa de plástico que se puede depositar sobre prácticamente cualquier tipo de superficie, bien sea rígida o flexible. La versatilidad, la sencillez de los procesos de fabricación y el bajo coste de esta tecnología hacen que los campos de aplicación estén solamente limitados por la imaginación de investigadores y promotores industriales.
El sector más beneficiado puede ser precisamente el de la construcción, ya que esta tecnología permite la fabricación de ventanas semitransparentes o cortinas fotovoltaicas que permitan a la vez un cierto paso de luz hacia el interior y en paralelo conviertan parte de la energía solar en electricidad.
El sector textil tampoco está al margen de estos avances, ya que cargadores para dispositivos electrónicos portátiles, como teléfonos móviles o reproductores de música, pueden ser incorporados en prendas, bolsos e incluso en tiendas de campaña para los amantes del camping.
En paralelo, la fabricación de módulos no es sencilla, ya que diferentes células individuales tienen que ser conectadas eléctricamente sobre el mismo sustrato durante el proceso de fabricación. El módulo semitransparente construido en Ikerlan tiene unas dimensiones de 30x30 mm y conecta 16 células individuales sobre un mismo sustrato de cristal.
Es el primer ejemplar construido en el ámbito nacional y uno de los pocos en el internacional. Con este avance se demuestra la viabilidad y el potencial de la fotovoltaica orgánica, y se da un paso adelante hacia la industrialización de esta tecnología.